lunes, 3 de diciembre de 2007

Del cosmos pitagórico
llega al silencio;
como si el mundo fuera
la iteración
de un dios disfémico:
(los que están dentro
ríen porque llovizna un niño
o quizás porque nieva una paloma).
El átomo es posible
si como piedra, triángulo;
si como viento, número.
(Con arena de piedras
debes medir al hombre
y al tiempo;
que todos los
átomos son de arena
y la arena un destello
de tiempo).
Y en la figura
cincuenta
la trinidad numérica,
primera,
inquieta,
perfecta.
La muerte no es como ellos;
su número es el séptimo;
para la bestia queda el resto
y el último será el primero.
Quien tenga oídos
además tenga ciencia.
Jesús hablaba
al hombre con parábolas
y Dios al mundo
desde circunferencias
concéntricas.

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